Aparecen líderes humanos, más o menos de acuerdo con ciertos planteamientos que cada uno tiene sobre cómo debe ser una sociedad, pero nunca van a coincidir totalmente. Son humanos, no ángeles. El estar de acuerdo con alguna o varias de sus ideas, no debe ser identificado como un seguimiento incondicional, sino de aquella propuesta acertada. Se cae enseguida en la tentación de asignar un apellido a quien opine a favor o en contra de algo y con eso lo único que se consigue es contribuir a la polarización que se critica y no a enriquecer la solución.
Aparecen líderes humanos, más o menos de acuerdo con ciertos planteamientos que cada uno tiene sobre cómo debe ser una sociedad, pero nunca van a coincidir totalmente. Son humanos, no ángeles. El estar de acuerdo con alguna o varias de sus ideas, no debe ser identificado como un seguimiento incondicional, sino de aquella propuesta acertada. Se cae enseguida en la tentación de asignar un apellido a quien opine a favor o en contra de algo y con eso lo único que se consigue es contribuir a la polarización que se critica y no a enriquecer la solución.